EN la polémica por los cambios de nombres de las calles, la opinión de los vecinos es importante. Son los afectados. Pues si te cambian el nombre de la calle,…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SEVILLANOS y sevillanas, titulares de casetas y de carruajes, votantes todos: la Feria ha terminado. Aquí había más gente que en la plaza de Oriente. Aunque no todos habían llegado en autobuses, porque a ciertas horas parecía imposible. Ahora estamos en la semana después. Ahora estamos en la semana de…
ETA fue fundada en 1959, cometió crímenes durante el franquismo, los siguió perpetrando en la democracia, anunció el cese de su actividad armada en 2011, pero no se disolvió oficialmente hasta 2018. ETA duró casi 60 años; es decir, 20 años más que el franquismo, y de ellos más de…
AL llegar la Madrugada del Viernes Santo se escuchó el ruido de un helicóptero en el cielo de Sevilla. A esa hora se debían abrir las puertas en la basílica de la Macarena. A esa hora, se abrían las puertas virtuales en Youtube para el fervorín del Silencio. El hermano mayor, Eduardo del Rey, y el director espiritual, el padre Adrián Ríos, hablaron a la audiencia y después se leyó la Pasión según San Juan. En el atrio no había nadie; o sí, porque estarían espiritualmente todos los nazarenos que han sido y son.
l Al llegar el final de una Semana Santa tan distinta y tan difícil nos acordamos de la Soledad l La Virgen no saldrá a las calles, que se quedarán tan vacías como la Cruz
NO hay Semana Santa en las calles de Sevilla. Aunque hemos celebrado estaciones virtuales, aunque hemos recordado las procesiones de otros años, aunque hemos buscado el consuelo de los recuerdos. La Pasión se queda en el interior de los templos, donde Cristo morirá para resucitar. Termina la Semana Santa y empezará el tiempo florido de la Pascua, como la llama que se enciende en los cirios. ¿Y en las calles? Sólo nos ha quedado la soledad.
La cruz estaba vacía. Colgaba un sudario como testimonio de una ausencia. Horas después, el viento lo seguía meciendo, con ráfagas de rabia. Después del último grito y del terremoto, la tarde había dejado un eco atroz y tormentas en el alma de cuantos lo contemplaron. Horas después, el cadáver fue descendido y amortajado. Lo trasladaron a un sepulcro para enterrarlo en silencio, para que durmiera el sueño de los justos. Había prometido que resucitaría, pero ¿quién podía pensar en eso, después de tantos sufrimientos?
HABÍA un silencio de Viernes Santo en Cádiz, que se palpaba en las primeras horas de la tarde. Yo lo recuerdo de mi infancia, de hace más de medio siglo ya. Cuando el cortejo matinal del Sermón de las Siete Palabras regresaba a la Santa Cueva, ese silencio se espesaba, impregnaba la ciudad. Era algo indefinible, que parecía brotar de aquel espacio misterioso. En la Santa Cueva no entraban las mujeres ni los niños, y era como un lugar iniciático, propio de caballeros de siglos antiguos, que nos parecían inaccesibles. Se hablaba de Goya, se hablaba de Haydn, a los que parecía raro relacionar con el Cádiz de la posguerra, que ya había avanzado hacia la generación del 600. El Viernes Santo era un día de lutos rigurosos.
HOY es Viernes Santo, el día en que se conmemora la muerte de Cristo en la cruz. Se entienden mejor las terribles consecuencias del coronavirus. Hasta ayer han fallecido 15.238 personas en España, 652 en Andalucía y 141 en Sevilla. Entre esa larga lista de víctimas parece que faltan muchos más, que han muerto en residencias de mayores, sin que se haya podido acreditar que la causa fue el coronavirus, por la falta de test. La mayor vulnerabilidad está castigando a los más débiles, a esas personas a las que se llamaba ancianos o incluso viejos (en Sevilla hay una céntrica calle Viejos, un nombre que proviene del antiguo hospital); es decir, los mayores de 85 años, que están cayendo por decenas en muchas residencias.
l En un recorrido simbólico nos acercamos a siete templos de Sevilla con sus monumentos eucarísticos l Este año las mantillas y las túnicas se quedarán en el armario de la memoria
HA llegado el Jueves Santo, que es el día del Amor Fraterno, y hoy representa la cumbre de la pérdida. No se podía llegar más alto para vernos tan abajo con la nostalgia de lo que no viviremos, pero también con los recuerdos de lo que vivimos. Mantillas y peinas que se quedarán guardadas en los armarios del tiempo. Túnicas de nazareno que ninguna mano planchó, en las que aún se percibe algún resto de cera como si se hubiera secado la lágrima de un cirio. Madrugada tan larga, tan demasiado larga, que se acortará entre un eco lejano de Esperanzas.
Hoy no salimos para asistir a los Santos Oficios, a la Mesa de la Cena del Señor, ni habrá procesiones claustrales para trasladar al Santísimo a los Sagrarios. Pero vamos a visitar los monumentos que permanecen alzados en la memoria, como reflejos de otros años en los que Sevilla conmemoraba la plenitud del Jueves Santo con la grandeza de una Roma andaluza. Por calles y plazas que hoy estarán vacías, con el sol de la tarde avanzando por el camino más corto, entre murmullos que nos devuelven al tiempo que se nos ha escapado como un chorro de agua entre las manos.