NO hace falta citar los siglos XVIII y XIX para recordar la importancia que tuvo el teatro en Cádiz. Eran otros siglos y otras costumbres. Pero recordemos que en la…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
ALGUNOS miembros de la cultura progresista no lo han querido decir en público. Pero, en privado, están insinuando que el Premio Cervantes, máximo galardón de las Letras hispanas, considerado el Nobel literario español, se ha convertido en un premio patriarcal. No lo critican en público, porque el premio (aunque en…
A los pocos días de la catástrofe, escribí que Carlos Mazón debía dimitir como presidente de la Generalitat valenciana. Es lo que pensaban (y siguen pensando) la mayoría de los ciudadanos. Ha sido un error mayúsculo que permaneciera en el cargo, con la excusa de que sería el piloto de…

HOY era el día en que debía celebrarse el Cabildo de Toma de Horas para aprobar los horarios e itinerarios de la Semana Santa de 2021. Dicho así, duele más todavía. En esta Cuaresma no se ha hablado de los cambios, ni de las permutas del Domingo de Ramos, ni del orden del Martes Santo, ni de las dificultades para organizar la Madrugada, ni de nada de lo que se comentaba en las tertulias cofradieras y en los medios de comunicación. La Semana Santa en las calles se ha perdido, es como si no existiera. Y es cierto que en 2021 no la tendremos, pero queda un futuro por delante que saldrá tocado peligrosamente tras esta pandemia.
EL Domingo de Ramos será un día raro en Cádiz. No saldrá la Borriquita, ni el Señor Despojado, ni la Santa Cena, ni las Penas, ni la Humildad y Paciencia, pero ese día inaugurarán la pretemporada de playas. No habrá procesiones, pero sí se podrán tostar al sol. No habrá colas para los palcos y sillas en la calle Cobos, pero si en los lavapiés, que van a recuperar felizmente. No vendrán madrileños, porque van a confinar las autonomías, pero sí sevillanos, porque van a abrir las provincias y allí tampoco saldrán la Estrella ni la Amargura. A falta de los antifaces de los penitentes, siempre nos quedarán las mascarillas, que ya forman parte de la indumentaria de paseo marítimo.
A Ciudadanos le está pasando lo mismo que al Partido Andalucista, aunque por diferentes motivos ideológicos. Unas veces pacta con el PP y otras con el PSOE. La moción de censura en Murcia ha impulsado a Isabel Díaz Ayuso a adelantarse a la jugada en Madrid, y se ha abierto la caja de los truenos. Al PA le costó mucho trabajo explicar sus pactos, que aceleraron dos o tres travesías del desierto, hasta que se hundieron del todo en las arenas movedizas. Ciudadanos era un partido de la nueva política, ¿se acuerdan?, que se hace vieja. Actualmente sufre una crisis de identidad pavorosa. Por el camino que van les pasará lo mismo que al PA, antes o después; probablemente antes que después.
SI a usted le dicen que le van a confinar su perímetro, ¿qué pensaría? Pues eso es lo que estamos padeciendo. Hace un año, el 13 de marzo de 2020, optaron por perimetrar y confinar por lo sano: encerraron a todos en sus casas, para que aplaudieran a las ocho de la tarde. Algunos, ya puestos, una hora después tocaban las cacerolas, en honor de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y toda su parentela, parcialmente contagiada con el Covid 19, tras su asistencia a las manifestaciones del 8-M. Cuando dejaron que la gente saliera a pasear, con franjas horarias (otra carajotada, que se ha eliminado con el tiempo), a algunos fans de la cocina les dio por salir con sus cacerolas en el madrileño barrio de Salamanca. Así se difundió que era un mosqueo de pijos y pijas perfumados con Loewe. Pero ahora estamos en otro momento guay: el de los perímetros del confinamiento.
LA destitución de Fernando Simón como coordinador de la pandemia del Covid 19 sería una medida de higiene nacional. Desde el principio este señor ha cometido errores de bulto. Ha adoptado decisiones equivocadas, que él mismo ha reconocido. Ha realizado declaraciones contradictorias, en las que decía algo y lo contrario. Ha asumido, en ocasiones, que íbamos mal y hasta que no sabía por dónde íbamos. Se ha permitido detalles chulescos. Ha omitido las consecuencias de sus errores, que podían ser incluso mortales. Y hasta ha lanzado mensajes opuestos a los que difundía el Gobierno. Sin embargo, Pedro Sánchez, que se lo encontró en el cargo, no lo ha destituido. ¿Por qué? Debe ser por algo que no sabemos. Otra explicación choca contra la lógica.