ESTAMOS en un escenario de prolongación de los confinamientos hasta final de mes, que después seguirá, según ha anunciado ya el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La UEFA y la FIFA ya han advertido que existe un tope para terminar esta temporada: el 3 de agosto. A partir de ahí sería imposible, porque condicionaría todo el calendario internacional de las competiciones. Vemos lo que está ocurriendo en otros ámbitos: las universidades andaluzas (y de la mayor parte de España) no van a reanudar las clases presenciales hasta el próximo curso. Los colegios e institutos no alargarán las clases hasta el verano.

EN estos momentos nadie piensa en la próxima temporada todavía. No se sabe cómo van a resolver la de 2019-2020. Sólo hay especulaciones. La solución se espera que sea global, al menos en los países dependientes de la FIFA, ya que las decisiones afectarán también a la Champions League y la Europa League. Sin embargo, la situación no es igual en todos los países. La FIFA es un organismo incoherente, que permitió jugar el Liverpool-Atlético de Madrid, en Anfield, el 11 de marzo, con el estadio abarrotado y con tres mil seguidores madrileños, cuando ya había casos de coronavirus en la capital de España. Pero esa misma semana disputaron los otros tres partidos de cuartos de final a puerta cerrada. Con eso se ve que puede ser una decisión racional o irracional.

LA pasada semana iba a ser importante para aclarar el calendario de competiciones. Sin embargo, seguimos igual. Es imposible, porque el fútbol profesional no depende sólo de lo que decidan la FEF y la LFP en España, sino que estará condicionado por las resoluciones de la UEFA, y hasta por la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos. Los contratos de los futbolistas terminan el 30 de junio, un detalle a considerar. No se pueden prorrogar por decreto ley sin el consentimiento de los interesados. Por consiguiente, alargar la competición hasta julio o agosto no es viable. Originaría enormes problemas técnicos y burocráticos. Se debe asumir un escenario para la temporada que no se prolongue más allá del 30 de junio.

LA suspensión de la Liga en Primera y Segunda ha abierto un escenario no previsible, que llena de incógnitas el futuro. Han aplazado dos jornadas, pero no van a reanudar la competición el día 29 como si nada. El Cádiz no jugó el partido de ayer contra el Rayo Vallecano, ni viajará a Soria para enfrentarse al Numancia el próximo sábado. Pero si han suspendido hasta las procesiones de Semana Santa (con las pérdidas que supone), nos debemos preparar para lo peor. Es posible que los ascensos y descensos se disputen en los despachos. En otros tiempos, con Manuel Irigoyen, que era experto en la materia, se podría suponer que el Cádiz tendría muchas papeletas para subir a Primera. Pero esta vez nos pueden dar coba. Vizcaíno debe tener mucho cuidado.

EL Cádiz se acerca a la recta final y se mantiene en cabeza. Pero recuerda a esos atletas que se han escapado y que parecen incapaces de mantener el ritmo alto cuando se aproximan a la meta. Por detrás hay otros que se pueden echar encima si aprietan. No es lo mismo quedar entre los dos primeros, con el premio del ascenso directo, que del tercero al sexto. El Cádiz lleva muchos partidos arriba y si al final no asciende parecería un fracaso. En Lugo el punto se dio por bueno a causa de las circunstancias. Les empataron a falta de pocos minutos, pero tal como jugaban (encerrados, agobiados y con un futbolista menos) lo normal hubiera sido perder.