SERÍA muy oportuno que el pleno municipal, con el visto bueno de la comisión del nomenclátor o lo que sea, apruebe la dedicatoria de una glorieta a las plataformas gaditanas.…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
AL mosquito sevillano algunos lo cuidan como si fuera el lince ibérico. Sabido es que el lince ya no está en peligro de extinción, de tanto cariño como se le ha procurado. Pero al mosquito sevillano no hay que permitirle que se propague, sino declararle la guerra y reforzar la…
HEMOS leído en la prensa (en la de papel, por supuesto) que Pedro Sánchez ha presentado un plan de regeneración democrática. Supongo que es una errata, como aquellas de La cárcel de papel, que publicaban en La Codorniz, un semanario humorístico que la generación Z no ha conocido. Y que…
LA fiesta del Corpus Christi fue la principal de Cádiz en siglos pasados. Tuvo especial auge en algunos momentos del siglo XIX y también en diversas etapas del siglo XX. La ignorancia habitual sobre las cuestiones religiosas y las celebraciones populares ha extendido la falsa suposición de que el Corpus gaditano es un invento de los tiempos franquistas. Basta con leer algunas guías del siglo XIX, como la de Rosetty, para entender que es una fiesta católica que también guarda relación con el esplendor de Cádiz. Además, si Fermín Salvochea propuso que se vendiera la Custodia era porque esa gran pieza de orfebrería resultaba muy valiosa. Debemos mirar la historia cuando se pretende recuperar el esplendor de esta fiesta.
DESDE hace unos años se ha extendido el tópico de que la celebración del Corpus Christi está en decadencia. Los sevillanos pasean la noche del miércoles por el centro y el jueves se van a la playa. Puede que esto ocurra con un sector de personas, que coincide básicamente con el público superfluo de la Semana Santa. Es decir, los que no profundizan en la celebración religiosa y se contentan con lo externo. Sin embargo, es falso que en Sevilla no se conmemore el Corpus como lo que es desde siglos pretéritos: la Fiesta Grande de la ciudad. Y también es falso que las hermandades no dediquen a la Eucaristía la alta importancia que se merece.
LA esclavitud en Cádiz ha sido investigada por profesores de la UCA. Sin embargo, a niveles populares, es poco conocida. Se ignora la importancia económica que alcanzó hasta el siglo XIX, cuando la ciudad vivió un nuevo periodo de esplendor, que acabó tras la ruina del Banco de Cádiz y la decadencia que llevó a la Primera República. También se suele olvidar (y se pasa de puntillas) que en la Constitución de Cádiz de 1812 no fue abolida la esclavitud. Argüelles la consideró “opuesta a los sentimientos de la nación española” y “el espíritu de su religión”. Pero no consiguieron abolirla en las Cortes de Cádiz. Hoy, en el siglo XXI, existen nuevas formas de esclavitud.
PUEDE que el cartel de la Semana Santa de 2024 marque un antes y un después. Por la repercusión y por la exageración. Lo estaba pensando, viendo el cartel del Corpus Christi, obra de Juan Valdés, realizado por encargo del Ayuntamiento, y el del Junio Eucarístico, obra de Isabel Sola, realizado por encargo del Consejo de Hermandades y Cofradías. Dos obras espléndidas, en los cánones tradicionales, pintadas por dos artistas con experiencia y de loadas aportaciones, no sólo a la cartelería, sino a la pintura sevillana, en general. Ambos, por cierto, pintaron el cartel de la Semana Santa. Juan Valdés en 1997 e Isabel Sola en 2007. Y las preguntas del millón que nos podemos plantear: ¿se han enterado en París y Londres de estos dos carteles eucarísticos? ¿Han aparecido en algún programa de telebasura?
La respuesta es no, por supuesto. Vivimos en una sociedad miope de espíritu, en la que el escándalo es el motor que mueve la actualidad, y en la que el sensacionalismo marca las noticias. Después nos extrañamos de lo que pasa en la política. ¿Y qué sociedad tenemos? El populismo está en todo. Se premia lo raro. Y nos aferramos a eso tan manido que se estudia en primero de Periodismo. La noticia es cuando un hombre le muerde a un perro, y no cuando un perro le muerde a un hombre. Según parece, lo que se ajusta a los cánones no escandaliza, pero tampoco se elogia demasiado.
Y, sin embargo, me refiero a dos carteles de gran categoría artística. Juan Valdés ha llevado la plata y la filigrana de la Custodia de Juan de Arfe al cartel del Corpus, con la Eucaristía en el centro, la cruz de fondo, y unos tonos azules celestiales y de oro bruñido. Bien pintado, bien resuelto. Con la experiencia de un pintor veterano que domina las claves de Sevilla y conecta con los sentimientos populares.
El cartel del Junio Eucarístico de Isabel Sola muestra en primer plano al Niño Jesús de la Quinta Angustia, que sale en el Corpus de la Sacramental de la Magdalena. Es un cartel plagado de detalles, como la evocación del ostensorio de la Sacramental de San Pedro, la Santa Espina, la comunión a los enfermos, los tonos que conectan la tierra con el cielo… Y con un acabado de resina que resalta y evoca la cerámica de los azulejos sacramentales. Una gran obra, repleta de símbolos, que confirma la delicadeza poética de Isabel Sola en su plena madurez.
Son muy bonitos carteles, pero no hemos tenido ningún escándalo para los programitas rosas, ni para el morapio de tabernas, ni para los que se rasgan las vestiduras y cualquier día se van a quedar con las vergüenzas al aire. Y eso también invita a pensar. ¿A dónde vamos y qué buscamos?
José Joaquín León
LA gente tiene mala memoria histórica y ya no se acuerda, pero dijeron que el futuro de Pedro Sánchez podría estar al frente de la OTAN. No lo quiera Dios, pues nos llevaría de cabeza a la Tercera Guerra Mundial. Después de hacer todo lo posible porque Israel y Argentina nos declaren la guerra, en el campeonato para ver quién es más chulo, ahora le ha tocado a Giorgia Meloni. Entre los enemigos de la Patria sanchista, podemos incluir ya a Italia. Ha acusado a Feijóo de estar dispuesto a pactar con Meloni, que forma parte de la temible ultraderecha. Resultó que el primero que lo dijo no fue Feijóo, sino Ursula von der Leyen, que lo sugirió en el debate de candidatos europeos, retransmitido por Eurovisión, en el que no había ningún español, como es lógico y normal.