LA Feria del Libro de Cádiz ha terminado. A la hora del balance final, se ha destacado que contó con una buena asistencia de público, más de 18.000 personas. Aunque…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SEVILLA Este también existe, y no es lo mismo este que el otro. El otro pudiera ser Montequinto, que es otro lugar a donde se fue a vivir mucha gente. Los más rancios replican que Montequinto no es de Sevilla, sino de Dos Hermanas, aunque en la frontera. Pero entre…
AL organizar su XXI Congreso Nacional, el PP se presenta como alternativa de Gobierno. Se supone que Pedro Sánchez, en el plazo de un año (o menos), no tendrá más opción que dimitir o convocar elecciones. Para gobernar en España, el PP necesita reforzar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo.…
ESTA es una cuestión para la controversia, que ha mandado a eminentes pensadores y teólogos a la enfermería de la plaza. Imposible de resumir plenamente en 2.300 caracteres. Así que vamos a portagayola. El fútbol funciona como una religión en el sentimiento de muchas personas. Tiene una liturgia propia, unos ídolos (que son como santos o gurús), unos códigos o creencias, una formación que comparten los iniciados, prometen el cielo o el infierno en 90 minutos (más el alargue), tiene vestimentas diferenciales, y se fundamentan en la fe en el equipo, la esperanza en la victoria y la caridad con los propios, que no con los rivales. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, el fútbol no es excluyente de la religión. Incluso puede servir para reforzar a las religiones.
HOY se cumplen dos años desde las elecciones municipales en las que el PP recuperó la Alcaldía de Cádiz. La lista encabezada por Bruno García ganó por la mínima. Consiguió 14 concejales de los 27 que forman el Ayuntamiento. El PSOE obtuvo 7 ediles y Adelante Izquierda Gaditana se quedó con 6. La lista de los sucesores de Kichi pasó a ser la tercera. Y eso no está de más recordarlo, porque ni siquiera son el principal grupo de la oposición, a la que se supone liderada por el PSOE. El PP ganó por los pelos. En el último concejal estuvo su triunfo y la recuperación del Ayuntamiento. Y ese detalle de la victoria mínima es el más importante de todos. El alcalde, Bruno García, lo ha tenido en cuenta.
MUCHO se ha hablado y escrito sobre la Gran Procesión del Jubileo en Roma, en la que participó el Cachorro. Sin embargo, hay un aspecto que no se ha resaltado con la importancia que merece para la Semana Santa sevillana: en Roma triunfaron los costaleros. La cuadrilla del Cachorro, mandada por su capataz, Ismael Vargas, tuvo una intervención excelente. Y cuando comenzó a llover, y cuando llovió más fuerte, demostraron que la mejor forma de llevar un paso es con costaleros. Y que a esa forma de cargar pasos se llegó tras una evolución histórica, en la que Sevilla y sus cuadrillas han sido madres y maestras para un modelo que siguen copiando o imitando en otras ciudades.
NINGÚN presidente de la democracia española se ha obsesionado tanto con Franco como Pedro Sánchez. Ni siquiera su colega José Luis Rodríguez Zapatero, que liquidó la concordia. El sanchismo es una forma evolucionada del franquismo sociológico. Es lo más neofranquista que se recuerda desde Franco. No en las soflamas ideológicas, que en el sanchismo apelan al progresismo, como algo etéreo, que evoca un nuevo Movimiento. Me refiero a las formas. El modus operandi del Gobierno es el mismo de los años de la posguerra. Su propaganda sigue la misma estrategia.
EN Cádiz se oyen quejas por la falta de espacio, a la que se atribuyen todas las desgracias de la ciudad. Y, sin embargo, hay terrenos que no se aprovechan, como los de Puntales para el Hospital. O los de Tolosa Latour para la Ciudad de la Justicia que no se construyó. O los de la Zona Franca, donde quedan opciones que no terminan d cuajar. Y otros que harían la lista interminable. Y entre ellos, faltaría más, está el de Puerto América, que forma parte del desperdicio en que se convirtió la Punta de San Felipe, que sigue siendo un experimento fallido. Casi todos los espacios desaprovechados de Cádiz tienen algo en común: dependen de los poderes públicos.