EN la polémica por los cambios de nombres de las calles, la opinión de los vecinos es importante. Son los afectados. Pues si te cambian el nombre de la calle,…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SEVILLANOS y sevillanas, titulares de casetas y de carruajes, votantes todos: la Feria ha terminado. Aquí había más gente que en la plaza de Oriente. Aunque no todos habían llegado en autobuses, porque a ciertas horas parecía imposible. Ahora estamos en la semana después. Ahora estamos en la semana de…
ETA fue fundada en 1959, cometió crímenes durante el franquismo, los siguió perpetrando en la democracia, anunció el cese de su actividad armada en 2011, pero no se disolvió oficialmente hasta 2018. ETA duró casi 60 años; es decir, 20 años más que el franquismo, y de ellos más de…
EL verano es un tiempo que abre paréntesis. A veces recupera una cierta nostalgia. Muchos veraneantes vuelven a las ciudades y pueblos donde nacieron, o donde vivieron su infancia y quizá el primer amor de la juventud. Lugares mitificados, que forman parte de la propia identidad. Resurge la añoranza de volver a ser lo que fuimos y perdimos. El exilio es eso también. La nostalgia de la tierra prometida se aferra a los ancestros del ser humano. La nostalgia está en la Biblia y en La Odisea. Aparece en los israelitas que buscan la tierra prometida, o en la parábola del hijo pródigo que regresa junto al padre. Está en Ulises, que volverá a Ítaca para el reencuentro con Penélope, a pesar de las dulces tentaciones de Calipso.
DESPUÉS DEL 19-J andaluz, Ciudadanos nos recuerda una novela de Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada. Es como un alma en pena de la política. Se le ve una pinta muy lamentable. Resulta triste, porque es un partido con buenos cuadros. No me refiero a cuadros como los de Velázquez, Goya o Picasso, sino a algunos dirigentes que harían un buen papel en el PP de Feijóo, que es el partido más afín que les queda a mano, y donde les deberían abrir las puertas con generosidad y sin exigencias. Ahora se les plantea la terrible disyuntiva de entonar el gori gori y pasar al cementerio político, o insistir en la perdición hasta sufrir más daños. A ello contribuyen militantes desesperados, de trayectoria ruinosa, como Ignacio Aguado.
UN año más, Cádiz es una ciudad desbordada en agosto. Me refiero sobre todo al Cádiz histórico, a la ciudad de intramuros, que no está preparada para acoger el alto número de visitantes que llega en el tiempo de las vacaciones. Es un problema que ya se padecía, y que se ha agravado este año, hasta alcanzar unos límites intolerables, especialmente los viernes y sábados. Sin embargo, no es un problema puntual. Existen unas causas estructurales. En el casco antiguo de Cádiz faltan aparcamientos. No tantos en invierno, pero sí en el periodo de junio a octubre y fiestas, el de las vacas gordas para el turismo, la hostelería y el comercio.
LAS ratas han vuelto. Este verano hemos leído más noticias de ratas que de medusas. Las denuncias de los vecinos empezaron en las grandes ciudades (Barcelona, Madrid y Sevilla) y después se sumaron otras poblaciones que también reclamaban sus cuotas de raticidas. Mientras se hablaba de una posible crisis de ministros en la Moncloa, y del repartir surrealista de las consejerías en San Telmo, las ratas salían a la luz y presumían de poderío. En tiempos del franquismo se hablaba mucho de las ratas, a las que vinculaban con la pobreza. Afectaban más a los barrios pobres. Pero las ratas de hoy en día ya no hacen distinciones.
EL indulto de José Antonio Griñán se puede asumir por razones humanitarias. Sería como la frase de Concepción Arenal: odia el delito y compadece al delincuente. Sin embargo, parece obvio que la intención de un sector del PSOE no es sólo evitar que Griñán ingrese en prisión, sino descalificar la sentencia de los ERE y blanquear un caso turbio. En este país, algunos políticos han aprendido que las leyes no son iguales para todos. Y, por encima de la ley, colocan el relato. El objetivo de falsear el relato es convertir al culpable en agraviado. Es un truco grosero, ya conocido y practicado.