PARECE que Cádiz es como un imán para atraer a los engañabobos. Una vez más van a dar coba a los gaditanos. Y, además, está por medio un gran experto…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
HA causado gran tranquilidad que haya terminado el plazo para presentar candidaturas a rector o rectora de la Universidad de Sevilla. Pues, si hubiera seguido un trimestre más, no sé a dónde hubieran ido a parar. Siete candidatos para unas elecciones en Sevilla es una maravilla. En ninguna hermandad se…
HE escrito en varias ocasiones que la estrategia electoral del PSOE pasa por hinchar a Vox. Por eso, lo que hace Pedro Sánchez va en esa dirección. Con un PP debilitado y un Vox fortalecido la diferencia entre las fuerzas del centro-derecha y la extrema derecha se quedaría diluida. Y…
CADA año tiene su definición. 2012 fue el Año del Bicentenario, y se espera que 2017 sea el Año del Tricentenario. Sucederá a 2016, que ha sido el Año del Desastre, siendo derrotistas; o el Año del Ascenso, siendo cadistas. La expectación por el Año del Tricentenario es inferior a la que hubo en 2012 con el Bicentenario. No es lo mismo conmemorar los dos siglos de la primera Constitución de todos los españoles, con el Gobierno central y la Junta interesados, que celebrar los tres siglos del Traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz. En las altas instancias del Estado ha provocado una indiferencia evidente, juzgándose como un asunto local.
TODO el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Un día puedes pensar que es blanco. Y 20 años después decir que era negro. Puede haber motivos razonables para sostener lo contrario. Pero lo que no se puede pretender, en tales casos, es que los demás sean tontos. Es decir, que se vean obligados también a pensar lo contrario de lo que pensaban, porque a uno o a una le apeteció cambiar. Eso es una incoherencia personal, y punto. El problema es que en Cádiz hay un montón de incoherentes gaditanos, que actúan como si los demás no tuvieran memoria.
EN los últimos días se está hablando de una moción de censura en Cádiz, como si la fueran a presentar. Abandonen esa ilusión. El despiste forma parte de la política municipal gaditana, cuya estrategia es de andar por casa y cojeando. Consiste en que el gobierno de Unidos Podemos ni puede gobernar (al carecer de mayoría), ni sabe (por su incompetencia), ni quiere (Kichi es el más interesado en la moción, sería un favor). Y enfrente tienen a una oposición de PP, PSOE y Ciudadanos que gesticula, sin apuntalar una alternativa. Se dice que la principal perjudicada es Cádiz. Pero se da por descontado que Cádiz es vieja y está curada de espantos, y ha aguantado más de tres mil años no se sabe cómo. Así que también resistirá a estos.
SE están perdiendo todas las buenas costumbres, hasta las inocentadas. Antes (y no me refiero a los tiempos de Franco, sino a los de Suárez, Felipe y Aznar) los periódicos del día 28 de diciembre había que mirarlos con lupa y con cautela. Para descubrir la inocentada. Después cayeron en desuso, dicen que por rigor informativo. Ahora, en los tiempos de la nueva política, ya no se publican. ¿Saben por qué? Porque las pueden leer todos los días. A las pruebas me remito. He elegido un surtido de las publicadas en 2016.
EN la posNavidad todos los años se habla del discurso del Rey. Aunque sea para advertir que lo han visto menos españoles que nunca. Tampoco son tan pocos, pues en Andalucía tuvo una cuota de pantalla del 68,1%. Y en toda España lo vieron 5.822.000, que es el promedio de un partido de octavos de la Champions League con el Madrid o el Barça. Si no ha batido el récord de la final del Mundial de Sudáfrica 2010, cuando España se proclamó campeona, se debe a que la gente se ha acostumbrado a la salsa rosa en televisión. Y también a que el Rey anterior, Don Juan Carlos, soltaba algo curioso de vez en cuando. A Don Felipe le escriben unos discursos muy políticamente correctos. Si dijera “Mariano es un carota, Pedro era un gafe, Pablo es un chufla y Albert es un pusilánime”, seguro que subiría la audiencia. Y se debatiría sobre esos conceptos, sobre todo pusilánime, que mucha buena gente no sabe lo que significa.