CANTABA Lucho Gatica que la distancia es el olvido. Y después lo han cantado muchos más, en diferentes versiones. Pero no hace falta recurrir al bolero para dar el cante.…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SEVILLA es una ciudad polarizada en lo futbolístico. La rivalidad entre Sevilla y Betis (o a la inversa) se traslada incluso al cartel de la Cabalgata de los Reyes Magos, obra de Fernando Vaquero. En ese contexto, se ha consolidado la tercera vía del fútbol sevillano: el estadio de La…
PARA la diócesis de Cádiz y Ceuta es una buena noticia que uno de los dos obispos auxiliares de Sevilla, Ramón Darío Valdivia Giménez, haya sido nombrado administrador apostólico. Por dos motivos, principalmente. El primero es que por fin la Santa Sede admite la renuncia que el obispo Rafael Zornoza…

HA sido muy curioso el resultado del Estudio General de la Opinión Pública en Andalucía (conocido como Egopa), que fue presentado la semana pasada. Casi todo el mundo ha destacado que el PSOE de Susana Díaz sería el partido más votado en unas elecciones autonómicas (que por ahora no se van convocar), con el 28,6% de los votos, frente al 26,2% del PP de Juanma Moreno. Y que el PP de Mariano Rajoy sería el ganador en unas elecciones generales, con el 22,9% de intención de voto directo, frente al 18,1% del PSOE de no se sabe quién (de Susana, de Patxi, o de Pedro, vaya usted a saber). Pero hay un dato que ha pasado casi desapercibido y que es muy duro: la buena gente está demasiado despistada, la buena gente está mal informada, la buena gente no se entera de nada, la buena gente parece que vota a tontas y a locas.
ES muy curiosa la polémica que se ha montado en Cádiz a cuenta del nuevo hotel de Renfe. Ya se ha organizado una mesa redonda en la Asociación de Vecinos Casco Antiguo, donde todos los que intervinieron se mostraron en contra del nuevo hotel. Conozco a los que participaron y son personas cargadas de buenas intenciones. Pero me parece que el más sensato fue concejal de Urbanismo, Martín Vila, que no se pronunció porque todavía no conoce el proyecto. De ahí que le pareciera prudente esperar a que lo presenten. Si es que lo presentan, esto lo añado yo.
SÓLO faltan 14 puntos para cumplir el objetivo de la salvación. No se sabe cómo ganó el Cádiz. Con uno menos y jugando sin acierto en los pases. Pero con una enorme entrega y con fe cuando era más necesario. Se iba avanzando en el tiempo a base de puntapiés al balón. Y cuando se daba por bueno el empate, cuando Ortuño había ido al banquillo, llegó un Aitorazo, un golazo de los suyos. Tres puntos para vivir un sueño: con los pies en el suelo no se hubiera ganado. El amarillo no sé si estará maldito para los artistas. Para el Cádiz, como escribió Manolito Santander, está bendito.
LA buena gente es desagradecida. Lo mismo encumbra que olvida. Lo mismo pelotea con falserío que critica sin piedad. Y, además, están despotricando contra un pasado en el que tuvieron tanto que ver. Fíjense lo que ha sucedido con aquellas pantallas LED. Primero amenizaban nuestras esperas en los semáforos o en las paradas de autobús. Después parecían las culpables de todos los males de Cádiz. Se convirtieron en un símbolo para los enemigos de la señora Martínez. ¿Qué culpa tenían las pobres pantallas? Se pasaron un poco con el puente, vale. Pero también se anunció el carril bici, y todavía no lo hemos visto. Ahora sobreviven algunas, de mala manera. Sin embargo, Cádiz está peor. O eso me dice todo el mundo.
EL número mágico de Sevilla es el dos: incluye a uno y otro. La operación mágica de Sevilla es la división: nada de sumar, ni multiplicar, ni siquiera restar; a dividir (sobre todo entre dos). El símbolo perfecto de Sevilla, pese a ser una ciudad occidental, es oriental: el yin y el yang. El río Guadalquivir le viene de maravilla a Sevilla, porque la divide por la mitad. Y, por si no fuera suficiente, en la Cartuja le hicieron una corta, para desviarlo y que dividiera todavía más. Lo de divide y vencerás no se inventó aquí, aunque lo practicó Julio César, que fue premiado con una de las dos columnas de la Alameda de Hércules. Quienes viven en estas tierras lo saben: donde haya uno, pronto se convertirá en dos.