PODRÍA escribir (y lo escribo) que el alcalde Bruno progresa adecuadamente, en materia de iluminación navideña en Cádiz. Puede que la de este año sea la mejor del siglo XXI,…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
TENER un hijo es más difícil que escribir un libro y plantar un árbol, en los tiempos que vivimos. Antes no, antes España era diferente. Era un país de reprimidos y reprimidas, según decían los progres de los años 80, que hicieron la revolución sexual con 15 años de retraso…
UNO de los motivos por los que Pedro Sánchez consiguió la presidencia del Gobierno fue el miedo a Vox. La posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo necesitara un pacto con Vox para gobernar, según auguraban las encuestas, impulsó el voto del miedo, con una movilización del electorado socialista. Y quizás…

DESDE tiempos lejanos, España tiene un complejo de inferioridad internacional. ¡Alto ahí! ¿Eso también viene de los tiempos de Franco? Pues no, existió con el innombrable, que se quedó aislado tras la II Guerra Mundial, hasta que se echó en brazos de los yanquis en los años 50, pero venía de antes. Incluso desde antes de la guerra civil y de la Segunda República. Posiblemente, viene de finales del XIX, cuando dejamos de ser un imperio. Una parte de esa tristeza está en los libros de Ángel Ganivet y la generación del 98. Y ahora nadie sabe lo que queremos. Cada uno quiere lo suyo y que tú no tengas lo tuyo.
CUANDO se habla de la pérdida de habitantes de Cádiz se comete un error: se limita a lo cuantitativo. Es decir, al número de habitantes. Tiene, entre otras cuestiones, un trasfondo político, como casi todo en este país. Influye para el número de concejales. Y si Cádiz baja de 100.000 habitantes, el Ayuntamiento perderá ingresos. Por supuesto, afectará a los gaditanos, que recibirían peores servicios municipales, a no ser que pagaran más impuestos para compensar las pérdidas. Sin embargo, hay otro problema no menos importante: el cualitativo. Porque la cualificación profesional del gaditano que se ausenta suele ser alta.
RESULTAN muy curiosas las diferencias entre las reacciones al incendio de la catedral de Notre Dame de París y el ocurrido el 8 de agosto en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Por supuesto, no se pueden comparar en magnitud, ya que Notre Dame necesitó de una restauración profunda, compleja y costosa, mientras que el templo cordobés sufrió daños, aunque no llegaron a mayores, gracias a la rápida y heroica intervención de los bomberos. Pero la comparación es conveniente, porque ya en las primeras horas algunos buscaron similitudes. Y en las horas posteriores se confirmó que en cutrerío político y en populismo demagógico, España le puede ganar a Francia por goleada.
RESULTA curiosa la poca atención mediática que está recibiendo el papa León XIV. Se han cumplido ya los 100 días desde su elección, un tiempo que en la Iglesia es una minucia, pero que en la vida institucional se considera significativo para un balance. Pasó el interés por ver quién era el sucesor de Francisco, después del ridículo que hicieron la mayoría de los llamados vaticanistas, para los que el cardenal Prevost sólo aparecía en la segunda fila de las quinielas. Este Papa americano (el primer yanqui Papa y el segundo de América seguido) parece que sigue en plano secundario. Quizás porque lo que dice no resulta políticamente correcto.
UNA vez apagados, los dos incendios graves ocurridos en el término municipal de Tarifa se deben investigar hasta sus últimas consecuencias. Es decir, hasta la detención y juicio del autor o los autores, si los hubiere. O hasta el esclarecimiento de las causas naturales que los originaron, para tomar precauciones en el futuro. Cuando se propaga un fuego, está detrás la posibilidad de que exista un pirómano. Incluso hay otro tipo de pirómanos políticos, en las redes sociales, que intentan sacar tajada de una desgracia natural, o un suceso, lo que demuestra su miseria política y su bajeza moral. Tener a alguien de semejante calaña, como ministro de Transportes, certifica el bochornoso nivel al que ha llegado la política española contemporánea.