EN el PP, criticaron a Pedro Sánchez cuando se fue de viaje a China y se entrevistó con Xi Jinping. Dijeron que era inoportuno, en plena guerra de los aranceles con Donald Trump. Esto lo sugeriría Ayuso, supongo, que suele decir lo contrario que Juanma Moreno. Pues el presidente de la Junta de Andalucía estaba haciendo negocios con los chinos, mientras su partido criticaba a Sánchez. Juanma también fue de viaje a China el año pasado. Y está previsto que reciba hoy en Sevilla al vicepresidente chino Han Zheng. Juanma va a lo suyo, y ya ha anunciado que los chinos invertirán 2.500 millones de euros en siete proyectos empresariales previstos en Andalucía. De momento, nos suena a Bienvenido, míster Zheng. Sería como un nuevo míster Marshall, pero con chinos en vez de americanos.
EL camino de vuelta del Rocío no es como el de ida. Para muchos romeros, el Rocío se termina el lunes de Pentecostés. Cuando entra la Virgen sería como cuando se acaba la estación de penitencia en Semana Santa. El camino de vuelta del Rocío no es tan festivo como el de la ida. Algunos rocieros de pata negra consideran que resulta más íntimo, incluso más bello. Vuelven menos de los que salieron, lo cual sería como una metáfora de la vida. Son muchos los llamados a ir, y menos los escogidos para volver. En algunos hermandades, apenas regresa un tercio de los que salieron la semana pasada. No obstante lo cual, una parte de los que fueron y no vuelven reaparecen cuando las hermandades llegan s sus templos, que es cuando termina la peregrinación.
AL sanchismo que gobierna en España le gustan los espectáculos, aunque no los taurinos. Parece que los considera una afición propia de la ultraderecha. Al ser de la ultraderecha, no tiene derecho a la existencia. No vamos a entrar ahora en disquisiciones sobre la afición taurina de la izquierda, ni citar a José Bergamín, ni mucho menos poemas de Federico García Lorca, o incluso recordar a Rafael Alberti como novillero. Hoy en día, en contra de lo que el sanchismo supone, en España sigue existiendo afición a los toros. No sólo en Sevilla y el sur de Andalucía. En Madrid y en otras ciudades también, como lo demuestran los llenos en la plaza de toros de Las Ventas.
JUNIO se estrenaba con una mañana evocadora del agosto más férreo. Una mañana calurosa, que se desperezaba lenta, entre calles solitarias, con el presentimiento de que la ciudad estableció una sucursal en las playas de Matalascañas o Chipiona. Y, sin embargo, era una mañana eucarística, en la que cuatro procesiones, organizadas para el cumplimiento de enfermos e impedidos, recorrerían los barrios sevillanos: en San Lorenzo, en la Macarena de San Gil, en la Triana de la O, en el Porvenir. Puede que muchos piensen que es un anacronismo casi tridentino llevar la comunión a los enfermos. en estos tiempos, bajo palio de respeto y con banda de música. Pero es una costumbre que sigue viva.
ESTA es una cuestión para la controversia, que ha mandado a eminentes pensadores y teólogos a la enfermería de la plaza. Imposible de resumir plenamente en 2.300 caracteres. Así que vamos a portagayola. El fútbol funciona como una religión en el sentimiento de muchas personas. Tiene una liturgia propia, unos ídolos (que son como santos o gurús), unos códigos o creencias, una formación que comparten los iniciados, prometen el cielo o el infierno en 90 minutos (más el alargue), tiene vestimentas diferenciales, y se fundamentan en la fe en el equipo, la esperanza en la victoria y la caridad con los propios, que no con los rivales. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, el fútbol no es excluyente de la religión. Incluso puede servir para reforzar a las religiones.