LA primavera sevillana no se entiende sin la información meteorológica. De todos y todas es conocida la importancia que alcanza en la Semana Santa. Ser meteorólogo en esos días se puede considerar como una profesión de alto riesgo. No sólo por el desprestigio de equivocarse, sino por las críticas posteriores. Pues cuando se acierta al salir una cofradía es gracias al hermano mayor, y cuando se equivocan y se mojan es por culpa del meteorólogo. En la Feria también se mira al cielo, pero menos. Y, cuando llueve, se dice que ha servido para asentar el albero, o para que caigan varias docenas de farolillos, todos los cuales serán repuestos, gracias a la eficiencia del Ayuntamiento, que debe disponer de farolillos para cuatro ferias. En Sevilla, meteorólogos habrá, pero como José Antonio Maldonado, ninguno.

HOY sale la gabarra por la ría del Nervión, en Bilbao, para festejar la Copa del Rey que ganó el Athletic. Todavía colea la final. Y recordemos que no será la última en La Cartuja. Las cinco últimas se han disputado allí. Y la de 2025 se jugará en ese estadio, según el acuerdo por cuatro temporadas, ampliado en dos más, al que llegaron la Junta de Andalucía y la Real Federación Española de Fútbol. La final anterior al acuerdo, la de 2019, también se disputó en Sevilla, en el estadio Benito Villamarín, y la ganó el Valencia por 2-1 al FC Barcelona. A partir de entonces, La Cartuja se convirtió en el estadio de la final de Copa. Todo lo cual ha sido para bien (un chaparrón de millones para los hoteles, restaurantes, bares y comercios de Sevilla) y para mal (servicios desbordados). La diferencia de este año es que vino más público.

 

ANTAÑO organizaban actos oficiales de colocación de la primera piedra. Con pico y pala, y enterraban periódicos. Poner la primera piedra en unas obras tiene algo simbólico y casi bíblico. Recuerda al evangelio de Mateo y al salmo: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”. Y, en el caso de la línea 3 del Metro de Sevilla, se podría añadir lo que viene a continuación: “Ha sido un milagro patente”. Porque milagroso es que empiecen las obras. Aunque en esta ocasión, para celebrarlo, no hubo piedras, sino abucheos a Pedro Sánchez, contestados por otros a Juanma Moreno y José Luis Sanz. Depende de la acera de Pino Montano, si es la derecha o la izquierda. Vivimos tiempos revueltos. Broncas hasta para las inauguraciones.

TRABAJAR como político puede ser una suerte o una desgracia. Pues, según por donde vayan las transparencias y las incompatibilidades, te puede tocar un chollo permanente o te pueden empitonar. Por eso, es gracioso cuando dicen que los profesionales cualificados deberían participar más en la política. ¿Para qué? ¿Para buscarse una ruina? En la empresa privada, o incluso en la empresa pública, ganan más y viven más tranquilos. Y lo mejor no es eso, sino que pueden cambiar de una empresa a otra sin problemas. No les pasa como al ex viceconsejero de Salud de la Junta de Andalucía, Miguel Ángel Guzmán, cuya incompatibilidad va a ser investigada.

SE llamaba Nelson, pero no era el almirante que murió en la batalla de Trafalgar. Pasó por el suroeste peninsular (según dicen los meteorólogos) en modo diluvio universal. Ha dejado agua para un año, y el pantano del Gergal desembalsando y el de Melonares a más del 80%. Ha sido una borrasca como las de antes del calentamiento global. Aunque debo precisar (y lo preciso) que en siglos pasados salían procesiones de rogativas para que lloviera. Al poco tiempo solía llover, y a veces incluso había inundaciones. Por eso, rezar para que llueva es costumbre tradicional y bastante efectiva, aunque los ateos no se lo crean.