EN la polémica por los cambios de nombres de las calles, la opinión de los vecinos es importante. Son los afectados. Pues si te cambian el nombre de la calle,…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
AL ministro de Transportes, Óscar Puente, lo tienen ya en el punto de mira la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. Es un ministro peculiar, con una parte buena y otra mala. La buena es que suele decir lo que piensa y miente menos que otros compañeros de…
ETA fue fundada en 1959, cometió crímenes durante el franquismo, los siguió perpetrando en la democracia, anunció el cese de su actividad armada en 2011, pero no se disolvió oficialmente hasta 2018. ETA duró casi 60 años; es decir, 20 años más que el franquismo, y de ellos más de…
NI Feijóo, ni Sánchez. Estas elecciones las ha ganado Cataluña y las ha perdido Madrid. Estas elecciones las han ganado los que apostaron por el voto útil al PSC, y las han perdido los de Vox y quienes achucharon al pit bull desde Madrid. Porque en el final de la campaña se dedicaron a asustar a los catalanes; y porque les dijeron que con Vox se iban a enterar. Para entender a Cataluña hay que vivir allí, o hablar con el Círculo de Economía. Y donde menos se entiende a Cataluña es en Madrid. Aunque eso se sufre en el resto de España.
INCLUSO los gaditanos más graciosos están hartos de que allende los Puertos sean considerados como unos simpáticos chirigoteros que están inventando pamplinas continuamente. Vale que esta sea la capital de la gracia, y que existe un amplio sentido del humor, que brota con espontaneidad. Pero hacerse el gracioso por obligación es lo contrario de la verdadera gracia. Y, cuando la gracia se mezcla con la ordinariez, hay que tener mucho cuidado. Pues al traspasar ciertas líneas rojas del decoro y la buena educación se puede caer en el borderío, cuando no en el bastinazo.
NO importa si le toca a Feijóo o a Sánchez. El próximo presidente del Gobierno, si lo hubiere, a partir de enero de 2024, deberá aprobar la implantación de peajes en autopistas y autovías de España. Le guste o no. Negarlo en la campaña no significa nada. Ya llegará el momento. Conviene recordar que el primero en anunciarlo fue Pere Navarro, director general de Tráfico. Por tanto, no era “una mentira de Feijóo”, sino que lo dijo un alto cargo del Gobierno. Esa misma tarde lo desmintió, se supone que después de ser abroncado por sus jefes, que temían que les estropeara la campaña. Pedro Sánchez dijo que era falso y que no cobrarán más peajes. ¿Otra mentira? La CE recordó que los peajes forman parte de los compromisos de España para recibir fondos europeos.
SI un extraterrestre visitara este país, pensaría que el partido llamado PSOE ganó las elecciones del 23-J con mayoría absoluta, y que tiene garantizados cuatro años de sueldos en el Gobierno. El extraterrestre, viendo a la ministra María Jesús Montero y al ministro Miquel Iceta bailando y dando botes, no entendería que esa alegría era ficticia. Es cierto que el sanchismo ha salvado los muebles de Ferraz y el querido líder se ha venido arriba cuando peor lo tenía. Pero la realidad es como es, aunque la cuenten al revés. La realidad es que España, después del 23-J, es un país ingobernable. Porque no es lo mismo formar un Gobierno que gobernar.
Al PP y al PSOE, con visión partidista, lo que les interesaría, es decir a lo Unamuno: “¡Que gobiernen ellos!”. Quien gobierne este invento se va a quemar para las siguientes elecciones, que no tardarán demasiado. Y eso parece que nadie lo tiene en cuenta, porque la ambición ciega a los codiciosos. Tampoco se valora que los separatistas de Cataluña han recibido en el 23-J menos votos que nunca en el siglo XXI, y sólo cuentan con 14 escaños (entre ERC, Junts y la CUP han perdido 9), aunque estarán en mejores condiciones de chantajear, si hay un cantamañanas que resucita a Puigdemont, cuando ya era un cadáver político abandonado en Waterloo.
Este resultado es mortal para quien gobierne. Un Gobierno del PSOE con Sumar (antes Unidas Podemos) sólo llegaría a 152 escaños. A 24 escaños de la mayoría absoluta. Incluso apoyado por Frankenstein resucitado, tendría garantizada la pérdida de muchas votaciones en el Congreso. Y perderían todas en el Senado, donde el PP cuenta con mayoría absoluta.
Feijóo se debe presentar a la investidura por dignidad, porque el candidato siempre fue el más votado. Y para retratar al PSOE y a Vox. Pudiera darse el caso de que le falten sólo 4 votos para ser investido presidente. Sería una forma honrosa de perder. Por el otro lado, puede ocurrir que Pedro Sánchez consiga los votos suficientes para formar Gobierno. Pero, en el día a día del Congreso, va a tener garantizada una oposición que le ganará en cuanto se le descuelgue un grupo o hagan rabonas 5 diputados. Ya que, entre el PP, Vox y Ciudadanos tenían 151 escaños, pero ahora entre el PP, Vox y UPN suman 171. En esas condiciones no se puede gobernar decentemente.
Que gobiernen los otros es ideal para el PP o el PSOE. Pero lo mejor para España es que convoquen otras elecciones.
José Joaquín León
EN los últimos meses, Manolo Rodríguez sabía lo que le esperaba. Su última estación de penitencia la cumplió el pasado Sábado Santo. Asistió a su última procesión eucarística de impedidos por las calles de San Lorenzo el domingo 21 de mayo. Su último acto de confraternidad en la Hermandad de la Soledad lo vivió el viernes 30 de junio. Manolo estuvo sentado en una silla de la casa de hermandad y todos sabíamos que el tiempo se nos escapaba. Era el dolor de una despedida temida, que se ha consumado un mes después. Otro viernes, el 28 de julio, Manolo Rodríguez está en San Lorenzo a los pies de la Soledad. Su hermandad, su Virgen, a la que nunca abandonó. Para mí es muy difícil escribir este artículo. Manolo Rodríguez era mucho más que un amigo y un hermano soleano. Era uno de los cofrades de los que más he aprendido. Era un modelo a seguir, una referencia, un ejemplo. A veces, sin necesidad de hablar, con una mirada, ya sabíamos lo que estábamos pensando.