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ESTAMOS viviendo unos días históricos. Eso lo leemos todos los días, porque la historia se escribe partido a partido, como diría Simeone, que se unió a Boskov, Van Gaal y Valdano en los tratados de filosofía popular. En este caso, me refiero al histórico acontecimiento de que las mascarillas dejen de ser obligatorias, por la generosa concesión de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, indultador general del Reino y mentor de Espadas. En Sevilla podremos ir por las calles sin mascarilla, si la Junta no lo evita, y la gente ya se pregunta: ¿Y qué pasa con las procesiones? ¿Por qué mantienen todavía a los santos y a los pasos confinados perimetralmente en sus templos?
TRAS publicarse el pasado viernes mi artículo sobre la retirada de la placa en la casa natal de Pemán, me enviaron muchos mensajes para felicitarme y apoyar que Cádiz no se trague este atropello. He visto más sensibilidad que en las ocasiones anteriores contra el injustificable odio a Pemán que practican Kichi y Martín Vila. El Ateneo, por medio de su presidente, José Almenara, ha pedido la reposición de la placa, y la Real Academia Hispano Americana ha elaborado también un comunicado de repulsa solicitando que se reponga. La Consejería de Cultura de la Junta, que asimismo lo ha criticado, debería obligar a que la lápida artística, obra de Juan Luis Vassallo, sea instalada de nuevo en la fachada de la casa natal.
TODOS los años, en el mes de junio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronuncia varias frases lapidarias, de las cuales al menos una pasa a la historia. El año pasado dijo: “Hemos vencido al coronavirus”. Este año declaró: “Pronto vamos a abandonar las mascarillas”. Y ya le ha puesto fecha: el 26 de junio, un día ideal para tapar los indultos a Oriol Junqueras y compañía. Pero no es sólo para disimular. Las mascarillas se van a suprimir en las calles porque en otros países europeos ya no son obligatorias, y mantenerlas aquí resultaría negativo para la llegada de turistas en verano. En la Junta, se han sumado a la fiesta y el consejero Aguirre ha profetizado el regreso de las procesiones para otoño.
OTRA vez han cumplido sus objetivos: mientras haya polémicas con asuntos como la retirada de la placa de José María Pemán en la calle Isabel la Católica, o la encuesta bananera del estadio Carranza, no se habla de los problemas verdaderos de Cádiz. Ni esa placa ni el nombre del estadio eran problemas gaditanos. Sólo son problemáticos para los rencorosos que quieren volver a escribir la historia, en vez de buscar un futuro mejor para la ciudad que gobiernan. Como han fracasado en la gestión y han demostrado su inutilidad práctica, con algo deben distraer a la gente. Es una pena que José María González y Martín Vila sigan enredados con sus fantasmas y momias del pasado, mientras hay problemas del presente que tratan de ocultar, como el de la Policía Local, por ejemplo.
En todo eso no hay novedad, y no merecería la pena dedicarle un artículo. Pero se añade un matiz grave: eliminar la lápida de José María Pemán en la calle Isabel la Católica es una barbaridad, no estamos sólo ante una aplicación extremista de la memoria histórica. En Cádiz han cometido tonterías como dedicar la avenida Juan Carlos I a la Sanidad Pública, en vez de a la Sanidad (a toda la Sanidad), porque los que trabajan en San Rafael y otros hospitales privados también colaboran; y los públicos de Andalucía están gestionados ahora por el PP y Ciudadanos. La Sanidad Pública viene de Franco, con el Seguro Obligatorio de Enfermedad de 1942, aunque no se aplique la memoria histórica para eliminarla, obviamente, porque sería un disparate. El discurso de lo público y lo social también se utilizó en el franquismo.
Volviendo a la lápida de Pemán: posee un valor histórico, porque recuerda el nacimiento de un personaje gaditano, que aparte de sus ideas (esencialmente monárquicas), tuvo repercusión cultural; pero además aportaba un valor artístico, que han pisoteado y que merece una protesta de las instituciones culturales gaditanas. Estamos refiriéndonos a una obra de Juan Luis Vassallo Parodi, el gran escultor gaditano, ganador del Concurso Nacional de Escultura en 1936 y uno de los mejores del siglo XX, autor de la Gades y la Virgen de los Dolores del Nazareno (a instancias de Pemán, de quien fue amigo). No es una plaquita más, sino de evidente interés artístico, y situada sobre piedra ostionera, en la fachada de la casa donde nació Pemán, que es un ejemplar excelente de la arquitectura civil gaditana, con permiso del Colegio de Arquitectos.
Retirar esa lápida demuestra el nivel cultural de quienes cometen la tropelía, pero también de los que callan por cobardía en la ciudad de Cádiz.
José Joaquín León
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