HEMOS leído en la prensa (o sea, en el Diario) que este verano no van a funcionar los lavapiés ni las duchas en las playas de Cádiz, según ha confirmado…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SE suele recordar que la Feria de Sevilla fue ideada por un catalán, Narciso Bonaplata, y un vasco, José María Ybarra. Por supuesto, no eran un catalán y un vasco independentistas, ni la Feria ganadera de 1847, con sus 19 casetas en el Prado, era como la de 2024. Sin…
FALTAN siete días para las elecciones en el País Vasco. Los de EH Bildu sueñan con ganar. Sería su primera vez. ¿Pasearán en gabarra? El mejor padrino para botarla sería Pedro Sánchez, que tanto les ha ayudado, hasta el punto de que ya pocos se acuerdan de que son los…
LA cosa empezó por un policía de Minesota que mató a George Floyd, un hombre de raza negra, detenido en Mineápolis. Imágenes vergonzosas y alarmantes, que en las televisiones repiten detrás de nuestro estado de alarma, con algunas consideraciones anexas sobre Donald Trump. De ahí se ha pasado, tras varias vicisitudes, a la Colonofobia, a la que se adhirió con entusiasmo Teresa Rodríguez. A cuento de que en varias ciudades derribaron estatuas de personalidades como Cristóbal Colón. A ella le pareció bien quitar del panorama a don Cristóbal, aunque en Barcelona (donde tiene un precioso monumento) Ada Colau no está por la labor. Hasta ahora la Colonofobia de algunos podemitas se reservaba para el 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad. Este año no la han suspendido, como las ferias y romerías, sino que han anticipado las declaraciones.
EN todas las crisis hay ganadores y perdedores. Es posible que después del coronavirus haya perdedores y fulminados. Por eso, es importante que Sevilla se lo tome muy en serio. Por sus características económicas y sociales tiene demasiados puntos débiles. Es bonito el optimismo de cara a la galería del arte, pero debemos ser realistas y asumir que lo peor está por venir. Ayer iba a ocurrir un milagro en Castilla y León: un pacto de reconstrucción, con 85 medidas firmadas por todos los partidos, a instancias del presidente, Alfonso Fernández Mañueco, del PP, que cogobierna con Ciudadanos. Al final, se arrepintieron dos diputados: el de Vox y el de Unión del Pueblo Leonés, pero lo firmaron los portavoces de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.
AQUÍ tenemos otro tema bonito para nuestro alcalde de Cádiz, señor Kichi, y su pareja, la señora Teresa, siempre atentos a los conflictos del universo. Después de la gordobia ha aparecido la madrileñofobia. Consiste en el odio racial a los madrileños, a los que algunos tratan como si fueran negritos del África tropical, sorprendidos por error en un congreso del Ku Klux Klan. Todas las criaturas son hijos de Dios, independientemente del color de su piel, también los madrileños. Aunque estén presididos por Isabel Díaz Ayuso. Y aunque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sean madrileños nacidos en Madrid, detalle que a veces se olvida. El problema es grave, porque se empieza convocando una pacífica protesta en Twitter y se termina derribando estatuas de madrileños.
EL mercado funciona así, a su manera. Todavía quedan algunos restos del capitalismo, que ha sobrevivido a la pandemia, y que no depende de grandes multinacionales. No son personas como Ana Patricia Botín o Pablo Isla, que le dicen al Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias lo que deben hacer, o como Antonio Garamendi, el presidente vasco de la CEOE. Los presidentes de los organismos empresariales y de las altas finanzas suelen ser vascos o catalanes, del sector no independentista, lo que les aporta un carisma heroico. Pero no me voy a referir a las altas finanzas, sino a las bajas, a eso que denominan la economía sumergida, que tan importante resulta en Sevilla, ciudad con tendencia al submarinismo económico. Según las estadísticas piratas, supone más del 30% del PIB local. Las nuevas guarderías son otro ejemplo.
EL Gobierno ha presentado otro plan. Si hace unos días fue aprobado el ingreso mínimo vital, que supondrá a las arcas públicas un gasto de 3.000 millones, ahora han destinado 3.750 millones para el plan de apoyo al automóvil. Esto parece el ingreso mínimo del sector de la automoción. La táctica es la misma. Primero los arruinan y después organizan un plan para aliviarlos de la ruina. Pedro Sánchez puso mucho énfasis en este plan, quizá porque Nadia Calviño le habrá recordado que el automóvil es un sector que mueve el 10% del PIB y el 19% de las exportaciones en España. Y claro, si piden que los de Nissan se queden en Barcelona, no van a seguir puñeteando a los coches.